Reproducimos, a continuación, las páginas iniciales del libro Mingus & Mingus, de Sue Graham, publicado por la Cifra Editorial y traducido por Elisa Corona Aguilar, a quienes agradecemos la autorización para publicar este adelanto.
Terminé la traducción de Tonight at Noon, de Sue Graham Mingus, en el aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, camino a la ciudad de Nueva York. Mi vuelo estaba retrasado y esto me dio la oportunidad de trabajar, aprovechando este espacio para la mayoría incómodo pero para mí ideal por razones diversas. La primera: los lugares de transición siempre me han parecido inspiradores, son espacios donde mi proceso creativo fluye más ligero, tal vez precisamente porque el arte se trata de ir más allá de los espacios cotidianos, de cruzar límites, de trascender fronteras. Y sí, insistamos: traducir requiere de un proceso creativo; como la poesía, intuyo, tiene que ver con la respiración y el aliento; es el arte de los traidores, se ha dicho demasiado, pero en esa traición se reinventa el pensamiento y el lenguaje, se desentierra la historia y sus personajes, se alcanza a lectores que permanecían en las márgenes.
Segunda razón: el aeropuerto de la Ciudad de México es uno más de los lugares que Charles Mingus transitó en vida y muerte. En 1977 viajaba listo para tocar en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM, tiempo después vino en silla de ruedas, ya enfermo, y sólo unos meses después salió de ahí en forma de cenizas y huesos, en una urna envuelta en un colorido sarape, en su viaje hacia el otro mundo. Me doy cuenta de que, durante el proceso de traducción, he seguido los pasos de Charles y Sue Mingus, a veces incluso sin darme cuenta: habito todo el tiempo por su mismo barrio de tantos años, el East Village de Manhattan; he desayunado en Las Mañanitas, en Cuernavaca; he pasado frente al edificio Río de Janeiro, donde se dice, fue a visitar a la curandera Pachita; he tocado a la puerta donde Charles murió: el viejo portón de madera astillada, sospecho, todavía es el mismo que lo vio entrar.
Sobre todo, he pasado los últimos años en un viaje de idas y vueltas entre la Ciudad de México, Cuernavaca y Nueva York; he ido a incontables Mingus Mondays en el Jazz Standard, donde cada lunes toca la Mingus Big Band. Ahí descubrí la autobiografía de Sue y me propuse traducirla; por una coincidencia muy al estilo Mingus, gracias a la directora de teatro Karin Cunrod, visité a Sue en su departamento en Upper Manhattan el terrible día en que se declaró a Donald Trump ganador de la presidencia de los Estados Unidos. Ese día Sue nos habló de cómo le gustaba jugar con algunos de los músicos de la Mingus Big Band a cambiar la letra de «Fables of Faubus», a actualizarla: «Tell me someone who’s ridiculous, Sue!», y ella gritaba, «Donald Trump!», «Why is he so ridiculous?», «Wants to build up a wall!».
Reencontrarse con Mingus trasciende también las fronteras temporales, nos hace imaginar lo que un antiracista como él habría dicho sobre la situación actual de Estados Unidos y lo vigentes que son todavía sus palabras y su obra.
Volviendo al tema de la traducción y sus encrucijadas múltiples, ¿con cuánta fidelidad o traición puede uno traducir? Creo que es importante admitir que en la traducción se juega uno su propia historia: lo que se sabe y lo que se ignora. Como toda escritura, para mí es un juego de sinceridad, un impulso hacia lo desconocido, un atrevimiento a sentirme y saberme expuesta. También es un juego de imaginar lectores: en este caso, mis lectores reales e imaginarios son los músicos de Cuernavaca, México y el mundo con quienes conocí a Mingus y su música, con quienes espero compartir esta traducción y muchas reflexiones.
Traducir también es un juego de dejar migajas de pan para indicar el camino a otros, aunque a veces las migajas se las lleven los cuervos. El humor, por ejemplo, traduce mal y no envejece bien, depende muchas veces del sonido y de referencias locales y temporales que se aferran al idioma original. Los amantes del jazz, sospecho, los fans de Mingus, querrían algunas de estas frases, al igual que las referencias a partituras y composiciones, en inglés para así no equivocar el camino. En algunas notas he incluido observaciones que tienen más que ver con mi investigación personal, siguiendo los pasos de Mingus, que con las usuales notas que se esperan de una traducción, más específicas del lenguaje. Para dejar estas marcas del viaje de Sue y Charles también he dejado las direcciones que se mencionan de Nueva York en inglés, y cuando se habla de México he incluso corregido algunos errores evidentes donde Sue, sin saber español, equivocó alguna letra oscureciendo el sentido. En general, las notas son mínimas para no interrumpir la fluidez de la narración, el mayor logro de Sue Mingus en esta autobiografía, al cual espero hacer honor en mi propio ritmo, mi propio beat.
Una decisión importante fue dejar siempre ahí, en el idioma original, tal cual es, la palabra nigger: la más ofensiva del inglés estadounidense, con una carga histórica intraducible. La historia racial de Mingus tiene mucho que ver con esta palabra, con el descubrimiento en su juventud de que su padre llamaba a los mexicanos niggers, mientras que ellos lo llamaban a él de la misma forma. El título original de su autobiografía llevaba esta palabra para referirse a sí mismo, pero por supuesto fue censurada en la edición final. Pero es también la palabra que Dizzy Gillespie y otros músicos negros usaban para referirse a Mingus: entonces se vuelve una palabra de camaradería, de inclusión, de afecto. Mingus, el eterno forastero en el binario mundo racial de Estados Unidos, apreciaba profundamente esta declaración de igualdad entre músicos: «you are as black as me», parece decir Dizzy al llamarlo de esa forma.
Este proyecto de traer Tonight at Noon al idioma español tiene que ver para mí con completar un círculo, un viaje: el regreso a México de la historia de Sue y Charles. Cada cierto tiempo, alrededor de su aniversario luctuoso, en enero, o su cumpleaños, en abril, alguna nota en un periódico o revista en México habla de la muerte de Charles, intuyendo razones y señalando lugares, equivocando datos y cambiando la historia; aquí, Sue nos la cuenta toda, al menos su propia versión. Esta traducción también es una forma tal vez hábil o traicionera de insertarme en su historia, pues como músico me interesa esa discusión de la que hablaban Bird, Charles y Sue: la música y su espiritualidad, la magia y superstición que involucra. Así, ésta es mi manera de continuar la discusión dentro y fuera de las páginas, arriba y abajo del escenario.
6 de agosto 2019
East Village, Nueva York