Ernst Jünger habla de Journal d’un interprète en Chine, un libro publicado en 1886. Su autor, Maurice D’Herisson, había viajado a Asia durante la rebelión de Tai Peng y aprovechó su estadía para escribirlo.
En una de sus páginas narra cómo las mejores sandías eran las que se cultivaban durante la noche, antes de que fueran bañadas por el rocío, según aseguraban los chinos. Ellos estaban convencidos de que la fruta debía ser recogida en escrupuloso silencio.
En una pequeña aldea, un vecino despertaba temor, pues solía esperar el momento de mayor sosiego para golpear un gong. Transgresión realmente grave, pues los campesinos aseguraban que el sonido más pequeño podría ser suficiente para hacer estallar las sandías.