Todos los lunes se repiten; nunca son iguales. La vida real es una sucesión monótona de siete días a la que siguen otros siete días a los que siguen otros siete días a los que siguen otros siete días… Pero en la memoria esa monotonía se borra y, en cambio, aparecen tonos, timbres, ritmos, resonancias distintas para cada instante.
Para esta composición usamos una serie de carteles en los que aparecían escritos los días de la semana en secuencias desordenadas (el código LMMJVSD fue alterado). Estos carteles, indicaciones de otro orden posible en el tiempo, se convirtieron en una partitura, un texto para ser interpretado musicalmente. Aprovechamos que el código del calendario podía espejearse en el lenguaje musical: el lunes se disfrazó de Do, el martes de Re, el miércoles de Mi, el jueves de Fa… Siete días para siete notas.
En este juego se subraya y reinscribe necia y torpemente la atadura irremediable entre la música y el tiempo. La composición se vuelve una biografía o un calendario accidental. Como en la memoria, cada día es distinto pero igual. El control de la agenda, del calendario y de la armonía se pierde y, como siempre, el sonido y el tiempo se confunden.
Diseño: Vicente Razo
Pianista: Emilio Hinojosa Carrión
Grabación y producción: Jorge Solís Arenazas