Este solo pretende reflejar un estado introspectivo y, al mismo tiempo, de extrema sensibilidad con lo exterior.
Su punto de partida es la espacialidad: lo que está vacío y lo que se puede llenar, tanto en nuestras mentes como en el afuera, tanto de manera objetiva como subjetiva. Es el resultado de las acciones e inacciones de nuestros sentidos, así como también la inmensidad que nos rodea, fascina e intimida.
Se vive de forma angustiosa el paso por el interior de uno/a mismo/a. Se busca lo habitable entre paisajes difusos.
El espacio está lleno a nuestra percepción, así mismo está vacío; se apodera de él la intención y así surgen sonidos acústicos y eléctricos, profundos y estridentes que conviven al paso del tiempo. El afuera y el adentro se transforman en una misma cosa, así como lo plural y singular de nuestras sensaciones.
Aire rojo y espeso
Solsticio exagerado
Frágil
La Tierra gravita exasperada
El sol me necesita —dice
Y ahí vamos a su encuentro
Y esta atmósfera comienza a arder
Y arden rojos
Ardemos rojos
Y arden rojos
Ardemos rojos