1 La primera vez que Agustín de Hipona visitó al obispo Ambrosio en Milán, en 383 d. C., lo encontró leyendo en silencio. La práctica le sorprendió, al menos, lo suficiente como para mencionarla en sus Confesiones: «sus ojos recorrían las páginas y su corazón entendía el mensaje, pero su […]